Betera, tierra diversa en su historia (ibera, romana, visigoda, islámica y cristiana) se viste entre sierra y mar, entre vientos de levante y poniente, un lugar único y privilegiado.
Con aromas de lluvias en otoño y primavera, húmedos olores de azahar, almendro y algarrobo. Especial para su gente y admirada por sus foráneos. Une sus lazos de sangre entre diversas lindes, patrimonios y fiestas culturales. Una sobresale entre todas ellas, verde, alta y desmedida. Con mucha planta destacan, sus representantes, Obreras y Mayorales.
Con alegría, diversión y un alto grado de representación cultural, termino mis humildes pinceladas literarias, en esbozo a esta gente y esta tierra.