La belleza de aquellos objetos que están quietos, inertes, llenos de memoria y que nos hacen esbozar sonrisas … Me gusta. No sé si a vosotros os pasará también, pero yo disfruto capturando aquellos objetos y detalles que guardan historias, ya que a veces, son portadores del valor que las personas a las que acostumbro a fotografiar, les han asignado. Tomar fotos a esas cosas hace que su recuerdo no se desvanezca, poder evocar aquello que nos es perecedero o que, por su naturaleza tenderá a estropearse también adquiere cierta relevancia a la hora de hacer un libro fotográfico. En definitiva, porque muchas veces aquello que nos resulta esencial, se hace invisible ante nuestros ojos.
Por eso la insistencia y el anhelo de que las personas tiendan a portar buenas maneras y costumbres de consumo lógicas y con gusto a la hora de discernir y valorar la inversión de nuestro dinero, en objetos de calidad y emociones. Que esas imágenes hagan avocar lo que los seres humanos mas valoramos…los recuerdos.
El profesional se toma de forma muy personal el servicio, la calidad, el resultado, el estilo y la responsabilidad puesto que es el único por derecho y formación está obligado a dar con gratitud todas estas razones.